首页
动态
文章
百科
花园
设置
简体中文
已关注
+
关注
动态 (4985)
Miss Chen
2017年09月25日
Miss Chen
El control del agua letra capitular El gran volumen de agua que las plantas necesitan para crecer es absorbida por los pelos radiculares dispuestos en la raíces, y se satisface con el agua disponible en el suelo. Aunque algunas requieren incluso estar anegadas para desarrollarse, en realidad en la gran mayoría de las plantas es fundamental controlar el nivel de agua suministrado y el drenaje del terreno (véase más abajo el apartado sobre drenajes). Como norma general, el agua encharcada es contraproducente, pues reduce la aireación de los suelos y las raíces, e impide los procesos de intercambio gaseoso entre el suelo y la atmósfera. La textura del suelo que utilicemos es importante en lo que respecta al control del agua de riego, y afecta directamente a la productividad vegetal. Si la textura es muy porosa (suelos arenosos), se producirá un alto drenaje del agua y se evaporará mucho más rápido, lo que significa tener que vigilar más a menudo que exista una adecuada humedad. Por su parte, si la textura es de partículas muy finas (suelos arcillosos), retienen el agua en gran cantidad y pueden llegar a encharcarla, con el consiguiente problema ya descrito. Los mejores suelos deben poder retener y absorber el agua, pero permitiendo que los microorganismos intervengan en los procesos de oxigenación de las raíces; en el suelo tienen que existir huecos por donde penetre o expire el aire y gases necesarios para realizar el intercambio vital entre raíces y sustrato. La práctica de añadir a los suelos grandes cantidades de materia orgánica redunda a la larga en un mejor control del agua; además de mejorar la retención de la humedad se consigue una mayor calidad biológica del suelo, y de aquellos nutrientes minerales incorporados en forma sintética. Los drenajes Eldrenaje es la eliminación o compensación del agua superficial o subterránea mediante sistemas de canales, desagües u otros métodos, de forma que evite su acumulación y perjudique los cultivos. Los drenajes permiten prevenir la erosión o lixiviación, así como la acumulación de sales solubles perjudiciales para el normal desarrollo de las plantas. Por ejemplo, la pérdida de clorofila de las plantas es un problema derivado del encharcamiento de las raíces. Básicamente cualquier drenaje consta, o bien de un canal accesible para el agua por el cual pueda discurrir tanto en superficie como por el subsuelo, o bien de una capa subterránea a base de gravas y materiales triturados por donde el agua pueda filtrarse y desaguar sin dificultad. Los sistemas de tubos de drenaje, también llamados drenes, más utilizados en tierras de labranza son los subterráneos, como el denominado drenaje de tejas, consistente en enterrar entre uno y dos metros de profundidad una cañería hecha con secciones de tejas huecas de barro o cemento, que termine en algún colector de aguas. Cuando hay exceso de agua se filtra a través de los agujeros de las tejas y es evacuada.
El drenaje de tejas consiste en enterrar una cañería hecha con secciones de tejas huecas de barro o cemento Otro sistema parecido al anterior es el que utiliza tubos muy porosos o que llevan practicados orificios por donde el agua puede penetrar en su interior. En este caso, hay que cubrir los tubos con gravas para evitar que las arcillas obturen los orificios. Otro sistema es abrir zanjas, aunque requieren mayor mantenimiento por la constante vegetación y sedimentos que terminan atascándolas.
0
0
文章
Miss Chen
2017年09月25日
Miss Chen
La aportación de nutrientes (continuación) Formas de presentación de los nutrientes no aprovechables por las plantas Eletra capitular En ocasiones algunos elementos de los nombrados anteriormente se encuentran en el suelo en formas compuestas que impiden su aprovechamiento por las plantas. Por ejemplo, si el fósforo se presenta combinado con hierro o aluminio su absorción será inviable, no así cuando se combine con magnesio o calcio. Existen tratamientos y fertilizantes artificiales para conseguir que estos elementos complejos se descompongan en otros más simples, y así permitir que las plantas dispongan de mayores reservas de nutrientes. Método para disponer de mayores reservas de fósforo Los fosfatos ácidos de cal o superfosfatos son fertilizantes que se añaden normalmente a los suelos cuando se desea una mayor disponibilidad de fósforo. Alternativamente, se pueden conseguir nuevas reservas de este nutriente reduciendo la acidez del suelo mediante el añadido de calcio (véase el apartado dedicado al control de la acidez), sin embargo si el suelo mantiene fósforo en formas complejas (no asimilables por las plantas) mientras se aplican y perduran los efectos de los superfosfatos, entonces las reservas de fósforo quedarán aseguradas durante muchos años. Preferencia por los abonos orgánicos Como se ha dicho, las plantas también necesitan pequeñas cantidades de algunos elementos existentes en los suelos, como el azufre, cobre o manganeso; cuando exista carencia y dado los pequeños niveles se suele realizar ya incorporados a fertilizantes artificiales. De todas formas, y como norma general para una práctica ecológica en el acondicionamiento de los suelos, los estiércoles son los fertilizantes preferentes. Los nutrientes que contienen estos abonos orgánicos permanecen en el suelo mucho más tiempo que los artificiales, evitándose además que por lixiviación se contaminen los acuíferos o se laven más rápidamente las capas superficiales del suelo. El control de la acidez Es muy importante en el mantenimiento de los suelos controlar su acidez específica para adaptarlos a los diferentes cultivos. Dependiendo del tipo de planta cultivada requerirá suelos más o menos ácidos, por ejemplo, las leguminosas se desarrollan adecuadamente en terrenos neutros o con un pH ligeramente alcalino o ligeramente ácido, es decir, ligeramente superior o inferior a 7. Sin embargo, plantas ericáceas como los arándanos o mirtilos precisan suelos más bien ácidos. El pH (del francés Pouvoir hidrogene o poder del hidrógeno) indica la concentración de iones hidrógeno de una disolución; de 1 a 6 es ácido (1 muy ácido, 6 poco ácido), 7 es neutro, y de 8 a 14 es alcalino (8 poco alcalino, 14 muy alcalino). Cuanto más iones hidrógeno posea el suelo más ácido es. Para corregir el exceso de acidez de los suelos se añade caliza dolomítica (cal muerta). El calcio de la cal reacciona neutralizando el ácido del suelo (sustituyendo el hidrógeno que contiene).
La clorosis presenta hojas raquíticas y amarillentas Si el suelo contiene exceso de cal entonces presentará clorosis, que se manifiesta en las plantas mediante raquitismo y un color amarillento, resultado de la dificultad de las plantas para realizar la función clorofílica. Se combate empleando abonos ácidos y regando con sulfato de hierro diluido en agua. En casos muy extremos se puede emplear quelato, producto muy efectivo contra las intoxicaciones metálicas. Para medir el pH de un suelo y saber si es ácido o alcalino, podemos utilizar indicadores que se fabrican expresamente para ello en las tiendas especializadas, como el papel de tornasol que varía su color dependiendo del nivel de acidez; o mediante aparatos electrónicos que utilizan unos electrodos para enterrar en el suelo que se desea analizar; no tiene complejidad y nosotros mismos podemos llevar a cabo el análisis sin ningún tipo de ayuda, solamente siguiendo las instrucciones. Si alguna vez hemos tenido en el hogar un acuario seguramente habremos utilizado un test de pH, el ejemplo nos sirve para ilustrar en que consiste este sistema; los peces necesitan que el agua sea neutra (ni ácida ni alcalina), esto lo podemos saber observando el color que presenta el agua recogida en un pequeño tubo de ensayo, una vez ha reaccionado con unas cuantas gotas de un líquido de análisis que le hemos añadido; si es verde es agua neutra (7), si es amarillento es ácida (menor de 7), si es azulado es alcalina (mayor de 7).
0
0
文章
Miss Chen
2017年09月25日
Miss Chen
La aportación de nutrientes La falta de nutrientes es un grave problema de los suelos que afecta directamente a su productividad. Todas las plantas necesitan para su crecimiento una serie de elementos químicos en mayor o menor cantidad, aunque existen una serie de ellos imprescindibles, tales como el nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, azufre y magnesio; en realidad cualquier fertilizante debería contener como mínimo los tres primeros, en un porcentaje que puede ser por ejemplo 5% de nitrógeno, 8% de fósforo y 7% de potasio. Otras sustancias existentes en el suelo en pequeñas cantidades como el cobre, boro, cinc y manganeso también son necesarias para un correcto crecimiento de la mayoría de plantas. La mayoría de los suelos encierran algunos nutrientes en abundancia, como el azufre, hierro o calcio. Por su parte, el hidrógeno, oxígeno y carbono son nutrientes necesarios para las plantas, pero que reciben en cantidades prácticamente inagotables a través del agua y el aire. Identificación de la carencia de nutrientes El simple abono con cualquier fertilizante compuesto sin conocer las necesidades de las plantas en cuanto a un nutriente específico, puede concluir con un desarrollo inadecuado, por eso es conveniente analizar previamente cual es el nutriente que necesitan y así elegir el tipo de abono correcto. Observando las plantas podemos intuir de que elementos carecen. La falta de nitrógeno presenta hojas débiles y de colores verde-amarillentas, se corrige aplicando abonos nitrosos; éste puede ser absorbido por las plantas también en cualquiera otra forma de presentación, tal como compuestos de amonio, amoníaco puro o urea. Aunque el nitrógeno está presente en la atmósfera en grandes cantidades, las plantas no pueden utilizarlo de esta forma sin transformarlo previamente. Una forma de aportar nitrógeno a los suelos sin utilizar fertilizantes, es mediante el cultivo de plantas leguminosas, como la judía, el trébol o la alfalfa, las cuales tienen la capacidad de fijar el nitrógeno en el suelo mediante una serie de reacciones químicas; tras la cosecha de estas plantas dispondremos de un suelo rico en nitrógeno y preparado para un nuevo cultivo.
Cuando las plantas están faltas de nitrógeno presentan hojas débiles y de colores verde-amarillentas La falta de magnesio presenta hojas de colores entre blancos y amarillos con manchas marrones, y puede ser corregido pulverizando sulfato de magnesio. La falta de fósforo se manifiesta sobre todo en las flores, las cuales se secan prematuramente, además de que tardan en formarse y abrirse; se corrige abonando después de la floración con superfosfato de cal. La falta de boro se manifiesta mediante hojas verdes en el centro, que después se tornan amarillas y marrones por los bordes; y en las flores, que tardan en abrirse. Se corrige abonando con boro antes de la caída de la hoja, y pulverizando con borato sódico.
Hojas verdes en el centro y amarillentas en los bordes puede ser indicativo de la falta de boro La falta de potasio se manifiesta en la forma y color de las hojas, las cuales se doblan por su borde, se quedan pequeñas y amarillean hasta tornarse grises. Si la falta de potasio persiste, estos síntomas progresan hasta que alcanzan la parte superior de la planta.
0
0
文章
Miss Chen
2017年09月25日
Miss Chen
El abonado Mediante el abonado aumentamos la fertilidad de los suelos, restituyendo las sustancias perdidas durante el desarrollo de los cultivos. Los abonos pueden ser orgánicos e inorgánicos. Los orgánicos pueden proceder del humus que generan las plantas en descomposición (compost), o de las cuadras de los animales (estiércoles). Los inorgánicos suelen ser productos químicos sintetizados, éstos son menos apreciados cuando se desea practicar una agricultura biológica. Abonos orgánicos Desde una perspectiva ecológica los abonos orgánicos, aunque de absorción más lenta que los sintéticos, aportan a los suelos muchas bacterias descomponedoras y a largo plazo son la mejor alternativa. Además de mantener los suelos en buenas condiciones físicas, y aportarles reservas de nitrógeno y otros nutrientes importantes para el desarrollo de las plantas, un adecuado equilibrio de materias orgánicas tiene gran influencia en la productividad. Los abonos orgánicos pueden proceder de restos vegetales en descomposición, sea conseguidos artificialmente como los resultantes del compostaje (compost), fermentación de excrementos sólidos y líquidos de los animales mezclados con los restos de vegetales que les sirven de cama (estiércoles); o resultado de la actividad biológica natural, como el humus que forman las bacterias y otros organismos descomponedores de los vegetales muertos que se van acumulando en la superficie de los suelos.
Los abonos orgánicos pueden proceder del humus que forman las bacterias y otros organismos descomponedores de los vegetales muertos que se van acumulando en la superficie de los suelos, tales como hojas, hierbas, ramas... Los abonos orgánicos también pueden ser restos sin descomponer, como las plantas de leguminosas ya desarrolladas (judía, trébol, guisante, alfalfa...), que se entierran para que se descompongan en el suelo y aporten nitrógeno y otros elementos nutritivos, como el fósforo o el potasio. Abonos inorgánicos Como se ha dicho, los abonos inorgánicos o sintéticos, aunque se asimilan más rápidamente que los orgánicos, para la práctica de la agricultura biológica no gozan de la misma aceptación. Los efectos de los abonos sintéticos pueden llegar a ser poco deseables, pues la rápida asimilación de los suelos obliga en muchas ocasiones a depender de estas sustancias mediante aportes continuos. Además, las bacterias encargadas de que las plantas puedan asimilar los nutrientes del suelo, pueden desaparecer por la aplicación desmedida de estos abonos. En base a los elementos que contienen, los abonos químicos pueden ser simples o compuestos. Se dividen en: fosfatados, nitrogenados y potásicos. Fosfatados Los abonos fosfatados están compuestos por los fosfatos naturales de los huesos, las escorias procedentes de la desfosforación, la apatita (fosfato de flúor y calcio), etc. Estos abonos son de absorción más lenta que los superfosfatos (fosfatos ácidos de cal), mucho más solubles y de rápidos efectos. Los abonos fosfatados se utilizan para acondicionar terrenos pobres, y en el cultivo de cereales y leguminosas. Nitrogenados Los abonos nitrogenados se dividen a su vez en tres grupos: los que tienen como base el nitrógeno combinado con el oxígeno, ejemplo de los nitratos de sosa (o nitratos de Chile), cal, potasa, etc.; los que tienen como base el nitrógeno amoniacal, ejemplo de sulfato amónico y las aguas amoniacales; y aquellos otros cuya base es nitrógeno orgánico no soluble, ejemplo de los guanos y turtós, que deben ser transformados previamente en alguno de los tipos anteriores para su aplicación. Los abonos nitrogenados favorecen el desarrollo de las partes herbáceas de las plantas, y le aportan vigorosidad y un color verde oscuro de apariencia muy saludable; cuando escasea el nitrógeno las hojas amarillean y se tornan débiles.
Las plantas bien nitrogenadas suelen mostrar partes herbáceas de color verde oscuro y de aspecto muy saludable Potásicos Por su parte, los abonos potásicos más utilizados son los cloruros, sulfatos, carboratos, nitratos, kainitas (sulfatos de magnesia, cloro y potasa), y las potasas provenientes de cenizas de la madera y otros vegetales quemados. Estos abonos son útiles en tierras arenosas y ligeras.
0
0
文章
Miss Chen
2017年09月25日
Miss Chen
La conservación de la fertilidad del suelo en las tierras de cultivo es una tarea necesaria para que los suelos mantengan sus características de productividad tras cada cosecha, eso implica restituir de alguna forma las sustancias que pierden a causa de su absorción por las plantas al desarrollarse. Los métodos más importantes son la rotación de cultivos y el abonado. La rotación de cultivos La rotación de cultivos consiste en alternar el tipo de siembra en un mismo terreno, es decir, no dedicar la misma tierra al monocultivo o cultivos incoherentes o aleatorios. Es sabido que los cultivos intensivos eliminan paulatinamente y por lixiviación las reservas de materia orgánica del suelo, resultado de su remoción o labranza constante con objeto de acondicionarlos para las subsiguientes cosechas. Por ello, una práctica común es la de establecer algún tipo de cultivo de superficie que no requiera nueva labranza para la siguiente siembra, y de esta forma conservar la materia orgánica profunda.
A causa de la labranza constante, Los cultivos intensivos eliminan paulatinamente y por lixiviación las reservas de materia orgánica del suelo Por su parte, los cultivos que emiten raíces profundas, como las leguminosas, son especialmente importantes en la rotación de cultivos; además de fijar el nitrógeno en el suelo gracias a determinadas bacterias que poseen en las raíces, la descomposición de éstas permiten mejorar el drenaje de los suelos. El cultivo de leguminosas también se utiliza en los llamados cultivos de cobertura, utilizados para conservar el nitrógeno del suelo durante el invierno.
El cultivo de leguminosas, además de fijar el nitrógeno en el suelo, mejora su drenaje tras la descomposición Otro método en la rotación de cultivos es el denominado de estiércol verde, éste consiste en sembrar sin ninguna intención de cosechar; en su lugar se entierra la cosecha conforme se va labrando aportando así nueva materia orgánica al suelo, la cual incrementará el rendimiento de las sucesivas cosechas.
0
0
文章
Miss Chen
2017年09月25日
Miss Chen
La labranza Eletra capitular El acondicionamiento de los suelos es una tarea básica cuando deseamos mantenerlos como terrenos de cultivo productivos. La labranza es la primera operación en cualquier proceso de acondicionamiento, sin ella la siembra y germinación de las semillas se hace inviable. La labranza es la acción de preparar la tierra de cultivo, volteándola mediante un apero denominado arado. Este instrumento apenas ha sufrido variaciones desde el primitivo arado romano, salvo en que la tracción animal ha sido sustituida por la tracción mecánica. El arado consiste en una reja que abre un surco, y una lámina metálica con una curvatura determinada que le da la vuelta a la tierra levantada. Los arados más modernos incorporan varios cuerpos con los que se pueden trazar mas de un surco, o discos cortantes situados oblicuamente que sustituyen a la reja.
El arado apenas ha sufrido variaciones desde el primitivo arado romano, salvo en que la tracción animal ha sido sustituida por la tracción mecánica En determinados tipos de cultivos, como los dispuestos en hileras, después del labrado se utilizan habitualmente los escarificadores; se trata de instrumentos que arañan la superficie del suelo pulverizándola en vez de penetrar en él profundamente.
Los escarificadores se utilizan en determinados tipos de cultivos, como los dispuestos en hilera, para arañar la superficie del suelo sin penetrar en él profundamente En la operación de labrado la tierra es removida y aflojada en las capas superficiales, a la vez que las hierbas quedan volteadas y dispuestas para la descomposición, que añadirá materia orgánica al suelo. El lecho que permanece tras el labrado mantiene la humedad adecuada para que las semillas puedan germinar. La labranza aporta también otros beneficios secundarios pero no menos importantes, como son la oxigenación del suelo y drenaje del agua gracias a la pulverización de la tierra. Esto redunda en un hábitat más adecuado para los microorganismos descomponedores, como los fijadores del nitrógeno atmosférico, y a una mayor actividad biológica edáfica. Además, la labranza contribuye a que las plantas se desarrollen saludablemente, y con mayores garantías de resistencia a las enfermedades o insectos dañinos. La labranza continua y profunda (tradicional) es a la larga perjudicial para las tierras de cultivo. Cuando la capa fértil no es muy gruesa, ésta queda sepultada a 15 o 20 cm. después del labrado, mientras que en la superficie queda expuesta la tierra más pobre; esto obliga a fertilizar para disponer de cosechas productivas. Para salvar este problema es conveniente realizar labranzas de conservación o mínimas, consistentes en introducir ligeramente el arado de forma que los restos de la cosecha queden enterrados a poca profundidad, o también dejándolos que se descompongan sobre la superficie. Estas actividades contribuyen a mantener la fertilidad y humedad de la tierra, a la vez que la protege de la erosión. La labranza en profundidad se hace necesario cuando los suelos poseen una compacticidad excesiva que impide un drenaje adecuado, o las raíces no pueden penetrar con facilidad, aunque como ya se dijo presenta sus inconvenientes si se realiza intensivamente, especialmente si se trata de suelos de textura fina en comparación con los arcillosos o arenosos.
la labranza tradicional es a la larga perjudicial para las tierras de cultivo. Al labrar profundamente la tierra fértil queda enterrada a 15 o 20 cm., mientras que en la superficie queda expuesta la tierra más pobre. Como se sabe, las superficies labradas quedan expuestas más fácilmente a la erosión o lixiviación por el agua. Por ello, en aquellas regiones cuyo clima mantiene una humedad elevada, se debe evitar en lo posible labrar previo a las estaciones lluviosas. Por el contrario, en las zonas áridas o de escasa humedad y dado el corto periodo lluvioso debe hacerse lo contrario, con objeto de que una vez labrada la tierra ésta absorba la máxima cantidad de agua. Asimismo, el tipo de labranza que se realice es importante para evitar la erosión, dependiendo de las características del terreno. Por ejemplo, si en un terreno desnivelado se trazan los surcos de arriba abajo, las aguas discurrirán por los surcos y arrastrarán elementos de la superficie; sin embargo si se realizan los surcos perpendiculares a la pendiente, conservarán el agua y será absorbida por el suelo.
0
0
文章
Miss Chen
2017年09月25日
Miss Chen
Los suelos agrícolas (continuación) Los abonos Ua hemos comentado las razones por las cuales un suelo agrícola debe ser mantenido en sus correctos niveles de elementos minerales. Obtener una cosecha de la tierra supone extraer de ella un conjunto de nutrientes que las plantas han necesitado para formar sus tejidos. Cuando se recolectan patatas, tomates, plantas de flor, etc., dejamos los suelos carentes de muchos elementos nutritivos que posiblemente serán necesarios para una nueva plantación (aunque determinadas plantas, como las leguminosas, enriquecen el suelo en nitrógeno). Es por ello necesario restituir esos elementos en cada cosecha mediante abonos, sean minerales u orgánicos, o la tierra podría agotarse de forma irreversible.
Para obtener cosechas continuadas es preciso restituir al suelo, mediante abonos, los elementos nutritivos consumidos o agotados por las plantas La adición de elementos fertilizantes a los suelos agrícolas puede realizarse mediante abonos minerales o sintéticos, aunque desde una perspectiva de cultivo biológico es deseable la utilización de abonos orgánicos como los estiércoles y mantillos. Estiércoles Los estiércoles son, desde una perspectiva de cultivo biológico, los abonos más apreciados. Permiten mejorar la estructura del suelo, aportar mayor porosidad a los suelos pesados de arcilla, evitar los encharcamientos pero manteniendo un mejor nivel de retención del agua y, sobre todo, favorecer la proliferación de microorganismos que colaboran en todo el proceso de nitrogenado y aireación de las raíces. Los estiércoles están formados básicamente de los excrementos sólidos y líquidos del ganado. Éstos, aunque podrían utilizarse en fresco, para un mayor rendimiento necesitan fermentar y curar adecuadamente antes de su utilización. El proceso habitual es formar una cama de paja y otros vegetales en la cuadra donde se introduce el animal. La mezcla de los excrementos con los restos vegetales irán creando una materia en descomposición, la cual dejaremos fermentar antes de incorporarla a las tierras que deseemos fertilizar. Mantillos El mantillo es un abono natural, también llamado estiércol artificial, producto de la descomposición y fermentación de diversas materias vegetales, y que se puede dejar formar directamente en el lugar donde se vaya realizar la aplicación. Técnicamente, una vez fermentado tenemos humus. La función típica del mantillo es proteger las raíces de las plantas de las inclemencias atmosféricas, alteraciones de la humedad, o temperaturas extremas, además de facilitar la aireación y evitar la evaporación. Las características del mantillo en cuanto a riqueza en elementos fertilizantes varía mucho de unas composiciones a otras, debido a los diferentes materiales que se pueden utilizar. En general, el mantillo aporta nitrógeno y fósforo de la misma forma que lo haría el estiércol, aunque posiblemente no posea tanta cantidad de potasio.
Técnicamente el mantillo (compuesto por materias vegetales diversas), una vez fermentado, es humus La composición del mantillo puede ser a base de estiércol (si no se dispone se puede omitir), hojas, hierba, paja de cereales, aserrín, e incluso cortezas trituradas de árboles (pino, alcornoque, etc.); se debe evitar añadir al mantillo partes leñosas como troncos o palos gruesos, ya que retrasará su fermentación. Este conjunto, disuelto por encima de las raíces, se va descomponiendo y termina con el tiempo formando humus. Una gran ventaja del mantillo es que las malas hierbas no suelen aflorar a través de él. La utilización del mantillo en nuestro huerto o jardín es una buena opción ecológica que merece la pena. Turbas La turba es un mineral de origen orgánico. Es en realidad carbón escasamente petrificado (un carbón muy joven). La turba, mediante la acción de los agentes geológicos, se convertiría después de muchos miles de años en lo que hoy conocemos como carbón mineral.
Turbera donde se pueden observar los bloques de turba extraídos para su comercialización La composición de la turba varía según el origen de las materias vegetales que intervienen. Son generalmente ácidos y poseen muchos nutrientes aprovechables por las plantas. La tierra de turba es un producto útil para el jardinero, especialmente en la preparación de mezclas para semilleros, macetas, jardineras, etc., aunque potencialmente caro. Es muy deseable para rebajar el nivel de pH en las tierras agrícolas alcalinas; también para mejorar la retención de la humedad y los suelos arcillosos muy pesados.
0
0
文章
Miss Chen
2017年09月25日
Miss Chen
Los suelos agrícolas Los suelos agrícolas son entornos que se ven sometidos a una actividad física y biológica artificial, ya que son alterados continuamente por la labores humanas. Para comprender el porqué un suelo agrícola necesita especiales cuidados en comparación con los silvestres, en donde los vegetales crecen libremente y aparentemente sin necesidad de nutrientes externos, es adecuado una breve introducción sobre el concepto de sucesión vegetal. Interrupción de la sucesión vegetal Como ya se ha dicho, los suelos agrícolas (también los sujetos a explotación para pastos) están sujetos a las labores humanas, que modifican continuamente sus características con objeto de obtener el beneficio de sus frutos. Estas actividades interrumpen e impiden que se desarrolle de forma natural la llamada sucesión vegetal. Durante este proceso, en un ecosistema, los distintos vegetales nacidos aleatoriamente se ven sometidos a una lucha o competencia constante entre sí por la supremacía y dominio del entorno llamada sucesión, desde un suelo raso, pasando por distintas fases de pradera, arbustos y bosque, hasta alcanzar un grado de estabilidad relativa llamado clímax.
En los suelos agrícolas no se produce la sucesión vegetal al interrumpir la actividad humana el desarrollo natural de la vegetación Cuando los vegetales alcanzan el clímax quedan perfectamente adaptados al suelo, luz, clima, entorno, etc., y pueden mantenerse así por mucho tiempo sin más necesidades nutricionales que las recibidas básicamente a través de sus raíces y hojas, mediante un ciclo biológico basado en leyes ecológicas; todo ello salvo que la estabilidad del clímax se vea interrumpida por algún fenómeno externo que rompa el ciclo, ejemplo de lo que sucedería con un incendio, que obligaría a los vegetales a comenzar otra sucesión y competencia por el establecimiento de un nuevo clímax, o en el caso típico de deforestación de un bosque para convertirlo en tierras agrícolas, que destruiría todo el equilibrio de las especies contenidas en él durante muchos años de sucesiones vegetales.
Con esta introducción se pretende explicar que en un suelo agrícola jamás se consigue una sucesión vegetal, y mucho menos un clímax, pues las características de la tierra y las plantas que se cultivan en ellas son continuamente modificadas para obtener un provecho de ellas a corto plazo. Lo más parecido a una sucesión vegetal en una tierra agrícola, sería la que se produce cuando se abandonan en barbecho por un tiempo para que se regeneren. En este caso, los suelos quedan al arbitrio de la naturaleza; nacerán unas hierbas, otras las ahogarán, aparecerán otras nuevas que conseguirán afirmarse algún tiempo, el clima eliminará a las menos preparadas para soportar determinadas temperaturas, o niveles de agua o sequedad, otras más fuertes sobrevivirán, etc.; a esto se le llama sucesión. Al final, muchos años después, si el agricultor no comenzase de nuevo a trabajar ese terreno, concluiría estableciéndose en él un clímax con aquellas plantas que han conseguido superar todo el proceso de sucesión, en definitiva con las plantas más fuertes y capaces, y así se mantendrían estables indefinidamente.
Los suelos en barbecho inician una sucesión vegetal, al quedar al arbitrio de la naturaleza. Si no se reanudasen las labores agrícolas en muchos años, terminaría con el tiempo estableciéndose un clímax vegetal Sabido que en un estado clímax las plantas son autosuficientes, se puede entender que en un suelo agrícola se precisen realizar continuos trabajos de acondicionamiento del suelo y aplicación de abonos o nutrientes, pues en estos suelos las plantas asimilan y terminan por consumir los minerales que contienen, careciendo del entorno típico de una asociación clímax para recuperarlos, debiendo por tanto ser añadidos los nutrientes al suelo de forma artificial con objeto de que estén disponibles para las siguientes cosechas.
0
0
文章
Miss Chen
2017年09月25日
Miss Chen
Identificación visual de los suelos Eletra capitular En la mayoría de los casos no es preciso ser un experto agrónomo para identificar visualmente si un suelo es más o menos fértil, y por tanto apto para el cultivo. Aquel que pretenda dedicarse a la agricultura como una ocupación familiar, ocasional o para su propio consumo, puede obtener un rendimiento aceptable de su parcela de terreno con escasos o ningún medio técnico, tan solo mediante la observación y atendiendo a unos cuantos consejos. Según los componentes minerales y orgánicos que contienen los suelos, así presentan una fertilidad, textura y aspecto diferentes. El color es un parámetro muy interesante para identificar visualmente las características de un suelo. Como norma general, los suelos oscuros son más fértiles que los claros. Esto está motivado por la presencia de mucha materia orgánica, lo que denominamos humus, y que no es más que restos vegetales y animales descompuestos por los microorganismos.
Como norma general, salvo excepciones, los suelos oscuros son más fértiles que los claros Allí donde existan hojas caídas, restos de plantas muertas, lombrices y otros animales edáficos (propios del suelo), así como una humedad adecuada, darán lugar con el tiempo a la formación de humus por la actividad bacteriana, que la descompone lentamente, incorporándose más tarde al sustrato, mezclándose con él y dándole ese color característico. Hay que decir no obstante, que existen tierras oscuras o negras que no son fértiles porque su color no es debido a la existencia de humus. Por ejemplo, las tierras próximas a una mina de carbón pueden ser negras, pero su color puede ser debido al contenido de ese mineral, y que obviamente no da fertilidad al suelo. Otro factor que puede oscurecer un suelo al margen de las materias que contenga, y que no sería un indicio de fertilidad, es su extrema humedad permanente, lo que en un principio podría intuirse al tacto.
Como excepción, existen tierras oscuras que no son fértiles debido a que su color proviene de la presencia de minas de carbón próximas, y no de la existencia de humus Los suelos rojizos, o castaño-rojizos suelen ser fértiles. Se trata de suelos que generalmente contienen óxidos de hierro procedentes de la meteorización de las rocas más antiguas, y que no se han visto sometidos a una excesiva humedad, motivo por el cual no reaccionaron con el agua (si lo hicieran formarían suelos amarillos). Estos suelos están habitualmente bien drenados y su nivel de humedad es adecuado para el cultivo de variadas especies vegetales. Lo comentado es, como se ha dicho, en términos generales, pues existen algunas regiones del mundo en que los colores rojizos pueden ser indicativos de la existencia de minerales de reciente formación, los cuales no serían asimilables para las plantas; en estos casos el suelo podría ser estéril.
Los suelos rojizos suelen contener óxidos de hierro procedentes de la meteorización de las rocas más antiguas. Son en general terrenos fértiles. Los suelos amarillentos apenas son fértiles. Se trata de suelos que, al igual que ocurre con los rojizos, contienen óxidos de hierro, pero en este caso la excesiva humedad ha hecho que reaccionaran con el agua y formaran ese color. Es indicativo de un terreno mal drenado. Por su parte, los suelos de color grisáceo pueden ser causa de una deficiencia de hierro, oxígeno, o un exceso de sales alcalinas, las cuales sería necesario reponer o corregir para la práctica del cultivo.
0
0
文章
Miss Chen
2017年09月25日
Miss Chen
Textura y perfil del suelo (continuación) Texturas características Eletra capitular Existe una clasificación internacionalmente aceptada sobre las texturas más características de los suelos, en base a la proporción de las partículas que contienen. Se distinguen las siguientes: Arenosa Es una textura arenosa cuando contiene menos del 15% de arcilla. La característica principal de este tipo de textura es su gran porosidad, cuyo efecto inmediato es la percolación, es decir, la filtración de las aguas de lluvia o riego hasta la capa freática (capa impermeable en que el agua se acumula y no profundiza más). Otra característica poco deseable y citada anteriormente es su poca fertilidad, motivada porque la solución del suelo lleva consigo los nutrientes disueltos, impidiendo que las raíces puedan asimilarlos.
Los suelos con textura arenosa presentan una elevada porosidad, siendo poco deseables para la práctica agrícola por su baja fertilidad al filtrar la solución con los nutrientes esenciales En los suelos de arena fina se dan habitualmente los fenómenos de "costra" en la superficie. Estos suelos pueden ser corregidos añadiendo arcilla y tierra de bosque hasta conseguir una retención de agua adecuada al tipo de plantas que se deseen cultivar. Entre las texturas arenosas se distinguen: Arenosa gruesa Con un máximo del 15% de limo y arcilla, y más del 45% de arena gruesa. Arenosa fina Con menos del 15% de limo y arcilla, y máximo del 45% de arena gruesa. Franca Es una textura franca cuando contiene menos del 25% de arcilla. Se trata de los suelos más adecuados en términos generales para la práctica de la agricultura. De todas formas, la textura franca agrupa variadas composiciones entre un extremo y otro de este tipo, según contenga más o menos arena, arcilla o limo y, por tanto, puede ser más o menos adecuada dependiendo de la especie vegetal de que se trate. En estos casos debe atenderse a las características del tipo de especie que deseamos cultivar para conocer que tipo de suelo franco es el más adecuado.
Los suelos con textura franca son, en términos generales, los más adecuados para la práctica de la agricultura Entre las texturas francas se distinguen: Franco-arenosa gruesa Con un máximo del 15% de arcilla, de 15 al 35% entre limo y arcilla, y más del 45% de arena gruesa. Franco-arenosa fina Con un máximo del 15% de arcilla, de 15 al 35% entre limo y arcilla, y menos del 45% de arena gruesa. Franca Con un máximo del 15% de arcilla, y más del 35% entre limo y arcilla (la cantidad de limo no debe superar el 45% de la composición total). Franco-limosa Con un máximo del 15% de arcilla, y más del 35% entre limo y arcilla (la cantidad de limo debe ser superior al 45% de la composición total). Franco-arcillo-arenosa Con un 15% a 25% de arcilla, más del 55% de arena, y menos menos del 25% de limo. Franco-arcillosa Con un 20 a 45% de limo, y entre 15 y 25% de arcilla. Franco-arcillo-limosa Con mas del 45% de limo, y entre 15 y 25% de arcilla. Arcillosa Es una textura arcillosa cuando el contenido en arcilla es superior al 25%. Las partículas de arcilla son visibles sólo al microscopio, y al mojarlas forman una masa viscosa que puede moldearse. Se trata de los suelos menos porosos, pues pueden contener gránulos de tamaño inferior incluso a los 0,002 mm. Esto significa una capacidad impermeable o de retención del agua muy alta, provocando encharcamientos. Los suelos arcillosos son muy pesados, se agrietan y compactan cuan se secan; en términos de aprovechamiento agrícola, y salvo excepciones, forma suelos poco deseables que necesitan acondicionamiento previo. Estos suelos se corrigen añadiendo arena y tierra virgen de bosque; si la textura es demasiado arcillosa puede ser necesario en ocasiones un sistema de drenaje suplementario.
Los suelos con textura arcillosa se agrietan al secarse debido a su pesadez y compactación, siendo poco deseables para la práctica de la agricultura Entre las texturas arcillosas se distinguen: Arcillo-arenosa Con un 25 a 45% de arcilla, y más del 55% de arena. Arcillosa ligera Con un 25 a 45% de arcilla, y menos del 55% de arena. Arcillo-limosa Con un 25 a 45% de arcilla, y más del 45% de limo. Arcillosa pesada Con más de un 45% de arcilla.
0
0
文章
相关用户
举报 反馈

您有什么意见或建议,欢迎给我们留言。

请输入内容
设置
VIP
退出登录
分享

分享好文,绿手指(GFinger)养花助手见证你的成长。

请前往电脑端操作

请前往电脑端操作

转发
插入话题
提醒好友
发布
/
提交成功 提交失败 最大图片质量 成功 警告 啊哦! 出了点小问题 转发成功 举报 转发 显示更多 _zh 文章 求助 动态 刚刚 回复 邀你一起尬聊! 表情 添加图片 评论 仅支持 .JPG .JPEG .PNG .GIF 图片尺寸不得小于300*300px 最少上传一张图片 请输入内容